El comercio marítimo con las Antillas vivió su apogeo en el siglo XIX y entre los capitanes más destacados estaba el mallorquín Juan Suau, quien llegó a fundar una destilería en Cuba. Con el paso de los años, y el amor de una paisana de por medio, regresó a su isla natal, donde empezó de cero con otro negocio de destilados, embrión de la actual Bodegas Suau. Tras varias generaciones y muchas vicisitudes, la casa empezó a elaborar brandi con barricas propias. Hoy es el único brandi elaborado en el Mediterráneo. Su botella y su etiqueta, ambas creadas por Series Nemo, se envuelven de la fascinante atmósfera de los viajes ultramarinos, en un homenaje sugerente a un intrépido navegante entre dos islas.
¿Qué es Suau y qué es Suau 15?
Suau es una marca de brandi que elabora sus productos en la isla de Mallorca. Su fundador fue un marino mercante que comercializaba licores con Cuba y que decidió dejar el mundo de los barcos y plantar raíces en tierra por amor a su futura esposa.
Solo hasta aquí la historia ya promete, pero cuando te cuentan el origen del producto y la forma de elaboración, con cariño y artesanía, no puedes evitar enamorarte del brandi Suau. El Suau 15 años es el menos añejado, pero no por eso deja de cumplir con las expectativas. Es el primer paso a un abanico de veinticinco y cincuenta años que configura la excelente propuesta de este brandi único, nacido en medio del Mediterráneo.
¿Cuál era el objetivo del diseño de las etiquetas de Suau?
Siempre fue poner en valor la calidad real de la marca a partir de sus productos principales: Suau 15, 25 y 50. Para ello era necesario un cambio importante respecto al producto existente y cabía considerar la revisión en todos sus ámbitos sin olvidar la singularidad, la identidad y el bagaje histórico.
Más allá de sus características tangibles, ¿qué valores tiene el producto y que debía transmitir el nuevo packaging?
Es el único brandi que se produce en una isla del Mediterráneo. Esto hace que la forma de elaborarlo esté condicionada al mantenimiento de las barricas y, por lo tanto, sea un poco distinta a la de los brandis que se elaboran en la Península. Esta particularidad confiere al producto una singularidad especial. El carácter artesano de la elaboración también se ha trasladado a los procesos de etiquetado y acabado final.
Llama la atención la estética general que remite a un pasado de comercio colonial. ¿Cuál es la génesis de este aire visual? ¿En qué os basáis o inspiráis?
El capitán Suau era marino mercante y comerciaba con Cuba. Nos gustó la idea de que las etiquetas de los brandis menos añejos se inspiraran en los carteles de las navieras de época. Los más añejos —25 y 50— tienen una chapa de metal que reproduce la pieza de madera que llevaban las primeras barricas y de las que todavía se conservan algunas unidades. Toda la gráfica se inspira en elementos y recursos que se empleaban en la época de la fundación de la bodega.
¿Cómo fue el desarrollo de la botella física?
Queríamos hacer una versión contemporánea de las botellas que se utilizaron en Suau en sus orígenes. El uso de textura y vidrio reciclado aporta valor histórico y relato geográfico en la botella. La forma ovalada, similar a una petaca, nos brinda mucha superficie para la textura y las etiquetas, además de delimitar claramente dos caras. Esto es importante porque la botella utiliza ambas caras como frontal dependiendo del producto. Luego hay otros detalles que hacen creíble esa mirada hacia el pasado y tienen que ver con nuestro conocimiento de la historia del vidrio.
Además, con esta botella se unifican cuatro productos con un solo modelo, lo que permite simplificar logística y procesos. Esto no se limita solo a un ejercicio de economía de escala: el resultado consigue elevar la percepción del producto y la marca respecto a lo que había antes.
Tipografía e ilustración son los dos grandes elementos gráficos de la etiqueta. Y suponen un gran salto respecto a la antigua presentación. ¿Cómo fue el proceso creativo?
No fue muy distinto al de los otros proyectos que realizamos. Para nosotros es muy importante tener una metodología y ser estrictos en el proceso. Al ser especialistas en el sector de vinos y espirituosos, debemos superar las expectativas de nuestros clientes en cada proyecto. Sin un método esto sería imposible, aunque es cierto que en este proyecto el cliente mostró su entusiasmo desde el inicio y nos obsequió con una visita a sus bodegas y una serie de experiencias alrededor de su brandi que, sin duda, nos dieron un extra de inspiración y motivación.
Al diseñar un producto de este tipo, ¿pensáis en su vigencia temporal, en su posteridad?
Todos los productos deben sufrir revisiones a lo largo de los años. Tenemos clientes a los que, con los años, les hemos revisado varias veces el mismo producto. La motivación para ello puede ser diversa: competencia, mercado, estrategia, logística, optimización… La motivación no siempre se centra en el diseño, aunque luego se utilice diseño para resolver la necesidad de actualización. Para nosotros siempre es muy importante que los productos que diseñamos sean contemporáneos y se puedan datar en el tiempo. Esto nos permite aportar valor a las marcas y construirlas sobre lo que ya se ha dicho. La obsesión es que nuestros productos no parezcan fake.